jueves, 2 de febrero de 2012

Messi y sus circunstancias

El Barcelona es más que nunca Messi y sus circunstancias. Guardiola ha ido puliendo un equipo cada vez más al gusto del argentino, para lo bueno y para lo malo, y al equipo le cuesta acomodarse a la actual versión de La Pulga.
Leo ha perdido continuidad en el juego y sus conducciones, a menudo la tecla que agita el juego parsimonioso azulgrana, son ahora más atropelladas, menos precisas. Messi está lejos de su cima física y seguramente saturado por la exigencia de tener que ser el mejor del mundo cada vez que se calza las botas. Más aún, en un ciclo que dura ya más de tres años en la cima del mundo sosteniendo al mejor Barcelona que se recuerda. Fuera de casa el conjunto azulgrana ha perdido protagonismo, el equipo es más largo, y Leo se ve obligado a mayores esfuerzos. Juega más alejado del área, le cuesta ver portería, llega más fatigado a la zona de castigo, pierde precisión en el remate.
Sin Iniesta, el Barcelona ha perdido ruptura entre líneas, también juego de posesión, y Leo tiene que redoblar esfuerzos. Sin Pedro fijando la banda, hay más tráfico en el carril del medio y Alexis y Cesc ocupan espacios que incomodan a La Pulga. El Barcelona se ha acostumbrado a vivir con un futbolista en estado de gracia, muy por encima del resto, descomunal, a menudo la solución a cualquier contratiempo. Es tarea de Guardiola encontrar soluciones a una versión más terrenal del argentino. Después de todo ni siquiera Leo es ajeno al desgaste mental de tener que lidiar cada día con su leyenda. Se le exige que sea Maradona dos veces por semana y eso es insostenible, incluso para el mejor futbolista que uno ha visto en un terreno de juego.

Imagen: QUEIMADELOS (GETTY) |

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