viernes, 24 de abril de 2009

Pepe, en el diván


En el Madrid lo sabían. El propio Pepe comunicó al club hace unos meses que estaba siguiendo una terapia para gestionar mejor sus impulsos. Por eso su disparatada acción ante Casquero desencajó a sus allegados. Sobre todo por el momento. Justo cuando parecía más sereno, lejos de los arrebatos de principio de curso.

Fue una escena horrible. El peor anuncio posible para Pepe. Ni siquiera la repetición de las imágenes ha rebajado el impacto de un episodio de violencia delirante. Con un hombre en el suelo boca abajo y otro pateándole con toda saña del mundo. "Puedes ser una persona fantástica, pero si vas a 5.000 revoluciones saltas y acabas petando como un coche", asegura Imanol Barrondo, ex del Rayo y especialista en tutorías deportivas, en El País.

Es una forma de verlo, los que hayan jugado alguna vez un partido saben que hay momentos de cierta desconexión: la frustración genera respuestas desesperadas. No hace falta demasiado para encender la mecha. La mayoría de futbolistas que han protagonizado episodios parecidos aseguran que no se reconocen en las imágenes. Pero reinciden una y otra vez.

En el caso de Pepe sorprende aún más porque es uno de los futbolistas más livianos del Madrid: cercano con el aficionado, jovial con sus compañeros y humilde en sus declaraciones. Pero en el campo se transforma como ocurrió frente al Getafe o ante la Roma cuando perdió el control de nuevo. Por eso se ha puesto en manos de un especialista.

Una terapia donde se entrena mentalmente al futbolista para rebajar la adrenalina en situaciones de riesgo y mejorar su convivencia con la frustración. Para ello se aplican técnicas de relajación y se trabaja con las ideas del paciente para lograr un pensamiento más positivo. Es lo que le espera ahora a Pepe: mientras los suyos se estén jugando la Liga él jugará otra batalla en el diván.

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