martes, 28 de abril de 2009

Una oportunidad para ser feliz


Hay días donde te levantas con un cosquilleo en la tripa. Los aficionados al fútbol saben de lo que hablo. Es una sensación grandiosa. Sabes que se viene algo grande y fantaseas con la idea de cómo te gustaría que sucediera. Te imaginas un guión de los clásicos. Nada de experimentos lyncheros. Quieres chicha de la buena. Una historia trepidante, un enemigo como Dios manda, un giro inesperado, un héroe y, claro, un final feliz. Se te acelera el pulso pensando en un gol en el último minuto y te acojonas con la posibilidad de lo peor.

Son esos partidos. Es un Barcelona-Chelsea. Es un clásico de la Champions. Una oportunidad para ser feliz. Porque la gente que es futbolera sabe que este tipo de encuentros tienen un poder curativo sólo comparable a un polvo memorable o una cena redonda con la mujer que llevas esperando toda la vida.

Cómo dice Nick Hornby "hacer el amor es una actividad mucho más grata que ver un partido de fútbol pero en condiciones normales no engendra sensaciones tan intensas como las que produce ganar el campeonato en el último minuto". Y lo de esta noche va de esto.

Si además tu equipo juega el fútbol más hermoso del viejo continente merece la pena coger un tren tan peligroso como el Barça-Chelsea. A pesar de que augure sobresaltos. Aunque se convierta en un viaje desolador. Siéntate en el sofá, coje las cervezas más frías de la nevera y déjate llevar por el himno de la Champions. Cómpartelo con gente como tú. Toca disfrutarlo. Mañana quién sabe.